silbando "el puente sobre el río Kwai"
que a Europa se le da bien mirar para otro lado cuando surgen los conflictos no es algo nuevo, que Europa sólo reacciona cuando tiene la agresión en el patio trasero de casa es algo que ha quedado constatado a lo largo de la historia. quizá el ejemplo más clamoroso, por lo que pudo haberle costado, fue el espectacular “lavado de manos” de Francia e Inglaterra cuando Hitler invadió Polonia en el año 39 de acuerdo con Stalin. luego llegarían los Países Bajos, Francia, Inglaterra… y entonces sí, entonces descubrieron que Hitler era el diablo y que su agresión resultaba intolerable.
pronto, en 2008, se cumplirán 40 años de otro hito en la historia negra de la vieja Europa. el 5 de enero de aquel año llegaba al poder en Checoslovaquia Alexander Dubček, desplazando del liderazgo del país al estalinista Novotni. Checoslovaquia era entonces un país satélite de la URSS y como tal se sometía a los dictados de Moscú. sin embargo, Dubček inició una serie de reformas encaminadas a democratizar la vida política, social y económica de Checoslovaquia, eso sí, sin abandonar la doctrina comunista. el mismo lo bautizó como el socialisme with human face (socialismo con rostro humano). entre las medidas tomadas destacaban aquellas que abordaban el tema de la participación del pueblo en la política local y nacional al amparo del partido comunista y una mayor libertad de prensa y cultural, uno de los aspectos por el que el estalinismo ha recibido mayores críticas, sobre todo de la propia izquierda democrática, a lo largo de la historia.
durante unos meses la URSS miró con recelo creciente estas reformas y el resto del mundo con expectación. la Guerra Fría estaba en pleno apogeo y el menor atisbo de disidencia en cualquier bando era vivido como un drama en el propio y contemplado con entusiasmo por el contrario. hasta que el 20 de agosto de 1968, 200.000 soldados y 5.000 tanques pertenecientes a la URSS y sus aliados en el Pacto de Varsovia, entre los que, paradójicamente, aún estaba Checoslovaquia, tomaron de manera sangrienta las calles de Praga aplastando cualquier atisbo de revuelta a su paso. los dirigentes checoslovacos fueron apartados del poder y perseguidos y el país volvió a someterse a los estrictos dictados de Moscú.
¿y adónde miraban Europa, Estados Unidos y la OTAN mientras esto sucedía? ¿en que oscuro sótano se pudrían las banderas de la libertad y la democracia que tanto les ha gustado siempre exhibir a todos ellos? según algunos pensadores, historiadores, politólogos e intelectuales, como el pakistaní Tariq Ali, las reformas que inició Dubček constituían mayor amenaza para el capitalismo que para el propio comunismo, bastante resquebrajado y desprestigiado entonces debido, en parte, a los excesos represores del estalinismo. en Europa y Estados Unidos se pensó entonces que ese socialismo con rostro humano podía funcionar en la práctica convirtiéndose en una alternativa mucho más real al capitalismo occidental que el comunismo de la doctrina Brezhnev dictado desde Moscú. y se dejó hacer. como tantas y tantas veces se había hecho y se ha seguido haciendo.
lo mejor que se puede pensar de la política exterior de la UE es que consiste simplemente en mirar para otro lado esperando que escampe, pero cuando uno ve a los palestinos aplastados y humillados por la poderosa maquinaria militar israelí o a los chechenos exterminados por la siniestra mano de Putin, por poner sólo dos ejemplos, se vuelve escéptico y pesimista y deja de preguntarse por qué estallan bombas en nuestros trenes y pasa a preguntarse por qué no estallan todos los días. a lo mejor ha llegado el momento de intervenir, de revisar cuáles queremos que sean nuestros verdaderos valores y qué intereses son los que vamos a defender, tal vez sea el momento de hacer verdadera política, tomando decisiones a medio y largo plazo, aprendiendo de la historia, que para eso está. y si la táctica va a ser la de la venda en los ojos hasta que el problema llame a nuestra puerta en forma de terrorismo, esperemos, recemos, porque nuestros amados dirigentes (a los que por cierto, elegimos) tengan un plan B y si puede ser, que ésta vez sea mejor que la Línea Maginot.
pronto, en 2008, se cumplirán 40 años de otro hito en la historia negra de la vieja Europa. el 5 de enero de aquel año llegaba al poder en Checoslovaquia Alexander Dubček, desplazando del liderazgo del país al estalinista Novotni. Checoslovaquia era entonces un país satélite de la URSS y como tal se sometía a los dictados de Moscú. sin embargo, Dubček inició una serie de reformas encaminadas a democratizar la vida política, social y económica de Checoslovaquia, eso sí, sin abandonar la doctrina comunista. el mismo lo bautizó como el socialisme with human face (socialismo con rostro humano). entre las medidas tomadas destacaban aquellas que abordaban el tema de la participación del pueblo en la política local y nacional al amparo del partido comunista y una mayor libertad de prensa y cultural, uno de los aspectos por el que el estalinismo ha recibido mayores críticas, sobre todo de la propia izquierda democrática, a lo largo de la historia.
durante unos meses la URSS miró con recelo creciente estas reformas y el resto del mundo con expectación. la Guerra Fría estaba en pleno apogeo y el menor atisbo de disidencia en cualquier bando era vivido como un drama en el propio y contemplado con entusiasmo por el contrario. hasta que el 20 de agosto de 1968, 200.000 soldados y 5.000 tanques pertenecientes a la URSS y sus aliados en el Pacto de Varsovia, entre los que, paradójicamente, aún estaba Checoslovaquia, tomaron de manera sangrienta las calles de Praga aplastando cualquier atisbo de revuelta a su paso. los dirigentes checoslovacos fueron apartados del poder y perseguidos y el país volvió a someterse a los estrictos dictados de Moscú.
¿y adónde miraban Europa, Estados Unidos y la OTAN mientras esto sucedía? ¿en que oscuro sótano se pudrían las banderas de la libertad y la democracia que tanto les ha gustado siempre exhibir a todos ellos? según algunos pensadores, historiadores, politólogos e intelectuales, como el pakistaní Tariq Ali, las reformas que inició Dubček constituían mayor amenaza para el capitalismo que para el propio comunismo, bastante resquebrajado y desprestigiado entonces debido, en parte, a los excesos represores del estalinismo. en Europa y Estados Unidos se pensó entonces que ese socialismo con rostro humano podía funcionar en la práctica convirtiéndose en una alternativa mucho más real al capitalismo occidental que el comunismo de la doctrina Brezhnev dictado desde Moscú. y se dejó hacer. como tantas y tantas veces se había hecho y se ha seguido haciendo.
lo mejor que se puede pensar de la política exterior de la UE es que consiste simplemente en mirar para otro lado esperando que escampe, pero cuando uno ve a los palestinos aplastados y humillados por la poderosa maquinaria militar israelí o a los chechenos exterminados por la siniestra mano de Putin, por poner sólo dos ejemplos, se vuelve escéptico y pesimista y deja de preguntarse por qué estallan bombas en nuestros trenes y pasa a preguntarse por qué no estallan todos los días. a lo mejor ha llegado el momento de intervenir, de revisar cuáles queremos que sean nuestros verdaderos valores y qué intereses son los que vamos a defender, tal vez sea el momento de hacer verdadera política, tomando decisiones a medio y largo plazo, aprendiendo de la historia, que para eso está. y si la táctica va a ser la de la venda en los ojos hasta que el problema llame a nuestra puerta en forma de terrorismo, esperemos, recemos, porque nuestros amados dirigentes (a los que por cierto, elegimos) tengan un plan B y si puede ser, que ésta vez sea mejor que la Línea Maginot.
Etiquetas: alexander dubček, checoslovaquia, comunismo, estados unidos, europa, francia, guerra fría, hitler, inglaterra, nazi, otan, pacto de varsovia, socialismo, urss
escrito por Hubert a las 22:10