mientras unos sientan a sus represores en el banquillo de los acusados, otros hacen encaje de bolillos para sacar adelante una ley que, por consensuada, no contenta a nadie y que por lo tanto acaba apestando a patético eslogan electoral más que a esfuerzo de redención del pasado, que era de lo que se trataba. o eso se supone.
esta misma semana, se ha aprobado en el parlamento español la "anteriormente conocida" como
Ley de la Memoria Histórica y de la que ya no queda ni el nombre. ahora es una especie de sucedáneo desnaturalizado que no ha logrado lo que debía ser su objetivo principal: satisfacer y redimir de sus culpas a las auténticas víctimas de la
Guerra Civil y de la represión franquista. no a sus nietos. heredera del espíritu de la
Transición, el que realmente debía ser fin último de la Ley ha sido relegado por el afán de consenso de toda la esfera política subjetiva de adherirse a ella (de
los que se autoexcluyeron mejor ni hablar, que bastante tenían con elegir entre inmolarse ante los suyos o dejarse en evidencia ante el resto) invirtiendo la relación causa-efecto de manera que, lo que debía ser fin, se ha transformado en medio para no sabemos qué.
por otro lado, ayer mismo, en
Argentina, era condenado a cadena perpetua un sacerdote cómplice de torturas y asesinatos durante la
dictadura. el primer miembro del clero condenado en aquel país. allí por lo menos ya tienen uno. y eso que apenas han pasado veinte años. además, la semana pasada eran arrestados los hijos y la viuda de
Pinochet.
Fujimori, por su parte, era extraditado por la propia justicia chilena para que los peruanos, sus víctimas, le juzguen como consideren oportuno. tres ejemplos significativos en el breve plazo de diez días. América Latina lava sus culpas y enseña el camino.
y es que no se trata de reabrir heridas ni de ajustar cuentas. tampoco es ventajismo. se llama Justicia y la reclaman las víctimas cuando su voz no es ahogada por la amenaza y la represión estatal. la reclaman cuando existe un contexto adecuado. pero ese contexto no nace por generación espontánea. se crea con la voluntad colectiva de todos aquellos agentes implicados en una causa que debería ser común y prioritaria: dotar al Estado de unas instituciones lo suficientemente fuertes como para alzarse por encima de miedos atávicos y ambiciones privadas.
pero no es así. no en
España. aquí, la voluntad colectiva parece supeditada, por un lado al apego egoísta e irresponsable de unos cuantos por su sillón (al que exhiben menos que al
abuelo fusilado pero al que aprecian más) y por otro, al miedo latente pero inconsciente de dar un paso en falso que irrite a una bestia que ya no se sabe con certeza si está muerta, dormida o aparentando. pero que sigue dando miedo. un miedo ancestral forjado en cuarenta años de oscuridad. por eso, tal vez, todavía seguimos necesitando dormir con la luz encendida. para ahuyentar a la bestia o, en el peor de los casos, verla venir.
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