watchmen, who watches?
dejando a un lado lo acertado o no desde el punto de vista político del juicio y ejecución de Saddam por parte de Estados Unidos y de su gobierno títere en Iraq, vamos a tratar de separarnos, y en este caso elevarnos, para ir a la parte moral del asunto. uno puede desear la muerte de otra persona, por qué no, y en determinadas circunstancias alegrarse del momento en que llega. sin movernos mucho en el tiempo y en el espacio aquí tenemos el ejemplo del éxito del champán el 20 de noviembre de 1975. un país entero no puede ser tan malo, tanta gente no puede estar equivocada, aunque los resultados electorales del PP hagan pensar a veces lo contrario. Augusto Pinochet, Saparmyrat Nyýazow o Pieter Willem Botha son ejemplos recientes de alegrías sustentadas en el mal ajeno. tenemos nuestra parte oscura, es inútil negarlo, mejor asumir y disfrutar. incluso hay quien llega a entender que, en determinadas circunstancias, el deseo se convierta en anhelo buscado y se llegue a formar parte activa del proceso. si nos movemos dos años escasos atrás nos encontramos con un aparente ejemplo de falta de paciencia que muchos agradecieron, sea el que sea el responsable. aquí llegamos a uno de los unos nudos gordianos del asunto, establecer cuáles son los límites de la expresión "determinadas circunstancias", y cuya topografía difusa puede hacer caer de la resistencia en el terrorismo con un leve paso en falso. en caso de duda lo mejor suele ser quedarse quieto, que se mueva sólo quién esté seguro más allá de cualquier error, si es que eso es posible.
el otro nudo, y el que aquí nos ocupa, es el referente a quién ha de ser el sujeto que se arrogue al derecho de quitar la vida de otro. países supuestamente civilizados como Japón, Israel, Rusia o Estados Unidos forman parte de esa lista. grupos terroristas, y casi cualquiera vale de ejemplo, también. ¿y qué los diferencia? desde el punto de vista formal nada, desde el punto de vista ético un matiz que es abismo: lo que representan. institucionalizar la muerte, crear y seguir todo un macabro proceso encaminado a terminar con la vida de alguien supone, por muy terribles que hayan sido los crímenes de quien se juzga, descender a los infiernos y ponerse a la altura del mal que se combate, perder cualquier autoridad moral para hablar de aquello que se persigue. un individuo, ante quien le haya podido provocar el peor mal que imaginemos, puede tener deseos de acabar con su existencia y de buscar venganza, es natural. pero afortunadamente hay un muro que se interpone entre uno mismo y el resto que se llama Estado y que ha de convertirse, en las peores situaciones, en la mente fría que asegure la pervivencia de los valores que lo han creado.
al final de la película "haz lo que debas", de Spike Lee, se presentan dos textos, dos formas de entender la lucha política: uno de Martir Luther King, Jr. y otro de Malcolm X. que cada uno elija el que se adecúe a sus valores y asuma sus consecuencias. los gobiernos, obligados a representar lo que queremos ser y no lo que apenas alcanzamos, no pueden permitirse ese lujo.
Etiquetas: estados unidos, iraq, muerte, pena de muerte, saddam husein
escrito por Hubert a las 19:50 comentarios de este post (0)